¿Cómo mantener la ilusión cada día?

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Unas fuertes turbulencias en el avión, de regreso de un viaje de trabajo, me recuerdan que la vida no es para siempre. De repente, todo lo que aprecio en la vida pasa por mi cabeza y me parece extraño no disfrutar más de lo que me rodea.

El caso es que no creo que yo sea un caso aislado. Nos cuesta apreciar lo que tenemos y la frase tan manida de que “sólo hay que perder algo o a alguien para valorarlo” se revela como cierta.

El primer día que disfrutamos de nuestra nueva casa vamos de una habitación a otra como para cerciorarnos de que siguen allí; al conocer a nuestra pareja nos gusta vernos reflejados en sus ojos y esa mirada compartida basta para llenarnos de felicidad; cuando nacen nuestros hijos, cuando encontramos un trabajo, al llegar a un sitio nuevo…..

Pero ¿Cómo apreciar lo que tenemos si lo damos por descontado? ¿Cómo mantener esa ilusión, ese entusiasmo y esa capacidad para sorprendernos cuando hace tiempo que disfrutamos de las cosas que nos hicieron felices cuando las tuvimos por primera vez?

Es algo que admiro de mis hijas, la capacidad de ilusionarse con una merienda particularmente apetitosa, con un paseo en el parque, un baño en la piscina o el reencuentro con los amigos tras un día sin verse.

De mayores, también nos ilusionamos pero con prudencia por aquello del “no vaya a ser que no pase”, o “que no sea como me espero” o la creencia de “a mi edad ya no tengo motivos para ilusionarme”.  Es una mezcla de escudo emocional y pragmatismo que desafortunadamente nos limita a la hora de disfrutar y de VIVIR intensamente, con mayúsculas.

El capítulo del avión sucedió hace algunos meses y os cuento dos herramientas que he puesto en marcha desde entonces y que me ayudan a levantarme cada mañana con más ilusión:

 

–        Gratitud: antes de acostarme cada noche, pienso en 3 cosas que haya vivido y que me hacen sentirme agradecida: una comida deliciosa, la puesta de sol, un café con una amiga, el paseo matutino, la clase de zumba, una cerveza helada, ver jugar a mis hijas, el olor del gel en la ducha, una peli entretenida, la amabilidad de un dependiente en la tienda, ….Experimentando  la gratitud hacia la vida, al cabo de un tiempo, notamos que nos vienen más fácilmente momentos de sutil felicidad que registrar y eso nos ayuda a levantarnos cada día con más ilusión.

–        Ponerse Metas: en este caso, no hablo de grandes metas de vida, hoy propongo mini-metas para el día, la semana o el mes. Metas que sean medibles, concretas, tangibles y alcanzables. Metas que conecten con tus valores. Pongo ejemplos de metas para el día: voy a salir a caminar 30 minutos, voy a invitar a un café y escuchar sus problemas a un compañero de trabajo, voy a empezar a trabajar por la tarea más ardua/pesada/desagradable para avanzar con ella y luego me doy como premio salir antes e ir a la piscina.

La meta tiene el poder de convocar lo mejor de nuestros recursos y habilidades y orientarlos a la acción. Si además las metas están conectadas a nuestros valores: salud, empatía, esfuerzo, gratitud…y se alinean con lo que para nosotros otorga sentido a la vida, nuestro para qué, entonces esas metas aportarán ilusión y energía a nuestra vida.

Y para rematar si algún día te notas flojito de ilusión, entra en la página de http://www.luisgalindo.com y saldrás con las pilas puestas para una semana.

Gratitud y metas, ¡aprovecha el verano para ponerlos en práctica!

Y ¿tú qué haces para estar ilusionad@?

 

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