¿Aumenta tu estrés en otoño?

5 pasos para que el estrés no se apodere de ti


otono
Llega el otoño, las vacaciones ya son un lejano recuerdo, septiembre pasa demasiado rápido y, de repente, los objetivos de fin de año se empiezan a contar por semanas y no por meses.

La parte final del año es la de mayor estrés en casi todos los sectores. En algunos casos, marcados por la estacionalidad de los productos o servicios; en otros, debido a la necesidad de alcanzar objetivos que, inexplicablemente, se han desviado, un año más, en agosto.  La falta de luz natural y las temperaturas más frías, que reducen nuestra vida al aire libre, tampoco nos ayudan a relajarnos.

El estrés está provocado por sucesos externos o internos que percibimos como una amenaza. En el estrés la emoción del miedo juega un papel fundamental.  Como siempre decimos, no es tan importante lo que sucede sino cómo nosotros interpretamos eso que está pasando y cómo actuamos en consecuencia. Por eso hay gente que ante picos de trabajo o grandes cambios en su vida siente el nivel de estrés necesario para afrontarlos (eustrés) pero no llegan al nivel de estrés que provoca ansiedad, insomnio e irritabilidad (distrés).

Identificar las causas de aquello que nos causa estrés y ser consciente de nuestra propia manera de afrontar este estrés nos dará pistas sobre qué podemos hacer para lidiar con él de una manera más eficiente.  

5 pasos para lidiar con el estrés en otoño (o en cualquier otra época del año).

1-    Identificar qué es lo que nos hace sentirnos estresados, puede ser aparentemente un cambio de departamento, la amenaza de un ERE o un conflicto familiar que parece no tener fin.

Para estar seguros, es importante reconocer cuales son nuestros pensamientos sobre esa situación que nos pone agujas en el estómago y nos da dolor de cabeza. ¿Qué pensamientos tengo?¿Qué emociones? ¿Cómo me comporto? ¿Pasa muy  a menudo?

Al hacer esto, quizás nos demos cuenta de que nuestro estrés no proviene tanto del cambio de departamento sino de nuestro convencimiento de que nuestro nuevo jefe no está contento con el cambio o la inseguridad sobre nuestra capacidad para afrontar el nuevo reto. En cada caso, tendremos que usar estrategias diferentes para lidiar con el estrés.

2-    Distinguir entre lo que está bajo tu control y lo que no. Lo más importante en esta fase es aceptar el papel tan importante que juegas en la creación o mantenimiento de tu nivel de estrés. 

¿Qué has hecho hasta ahora para lidiar con el estrés? Desafortunadamente los períodos de estrés se agudizan no solo por esa sensación de amenaza constante sino porque solemos enfrentarnos a estos períodos con técnicas que no son saludables y aunque proporcionan un alivio inmediato son devastadores a medio plazo. Fumamos más,  nos aislamos de amigos y familiares, tomamos pastillas para dormir y puede que incluso llenemos nuestra agenda de muchas cosas para no pensar en lo que nos afecta.

Te propongo sustituir estas estrategias por los siguientes 3 pasos.

3-    Hábitos de vida saludable:

a.      Alimentación: un pincho para comer y unos cereales para cenar con 5 tazas de café por medio no te van a ayudar a enfrentarte a los problemas. Todos sabemos los alimentos que más nos benefician en momentos de estrés. Hidratarse bien y comer equilibrado, evitando la comida basura, es fundamental para que el cuerpo deje de percibir amenazas y nos siga mandando señales de estrés.

b.     Descanso: una noche de trabajo para una entrega quizás es inevitable, pero trabajar todos los días hasta las 2 de la mañana no permite el descanso necesario para que tu cerebro esté descansado y fresco al día siguiente.

c.      Relajación: tiene mucho que ver con el punto anterior: mindfulnes, yoga, meditación, una buena lectura, ejercicios de respiración… Algo que permita a tu cerebro descansar y beneficiarse de la sensación de que la vida fluye aun sin hacer nada.

d.     Ejercicio físico: sé que no tienes tiempo para ir al gimnasio pero bajarte una parada antes de metro o aparcar un poco más lejos, subir por las escaleras, correr o pasear por la naturaleza son maneras de poner límites a tus hormonas del estrés.

4-    Comunica con otros: Hablar con algún amigo o pariente, comunicar con esa persona que te hace sentir seguro y comprendido incluso si no puede alterar el hecho que te hace sentir estrés es una de las mejores maneras de reencuadrar los pensamientos que rumian en tu cerebro y no te permiten ver más opciones. Contar con alguien que sepa escuchar es un lujo y al compartir tu estrés crearás vínculos fuertes con las personas en las que confías.

5-    Reconoce las prioridades en tu vida, gestiona tu tiempo. Es importante encontrar cuales son las prioridades en tu vida y darles el espacio necesario. Cada una de nuestras prioridades presenta unas necesidades de tiempo que debemos respetar para no autogenerarnos estrés por falta de coherencia entre el uso que hacemos de nuestro tiempo y nuestros valores. Si este punto es lo que te resuena, te recuerdo el post ¡No llego!.  donde hablamos sobre la presión que nos ponemos cuando sentimos que no llegamos a todo lo que queremos.

Cuando no afrontamos nuestro estrés nuestro cuerpo vive en el modo lucha o huida. Ese modo activa nuestro instinto de surpervivencia y no permite que llegue el riego necesario a nuestro cerebro pensante con lo que nuestra capacidad para funcionar, analizar y encontrar soluciones se ve muy disminuida.

A veces para sobreponernos a nuestro estrés necesitaremos reencuadar nuestras prioridades, otras practicar la asertividad y decir un no a tiempo, en ocasiones será necesario que busquemos recursos para afrontar aquello que nos da miedo o quizás necesitemos convocar lo mejor de nosotros para adaptarnos a un cambio o simplemente aceptar la situación en la que nos encontramos.

En cualquier caso los 5 pasos anteriores te pueden ayudar a que tu manera de afrontar la situación que genera estrés sea la más beneficiosa para ti y para tu entorno.

Y tu ¿Qué haces para gestionar el estrés?

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